Las conductas de miedo y las agresivas están -normalmente-, íntimamente relacionadas. El individuo se siente en peligro y reacciona con una respuesta agresiva ante aquello que le está causando temor. Es importante entender cuales son los mecanismos cognitivos y emocionales que llevan al perro a emitir este tipo de respuesta para manejar el problema de modo adecuado. Nada que ver con la dominancia.
Respuesta a la sensación del miedo. Trataremos de entender porque un individuo reacciona de determinado modo en todas las ocasiones en que el estímulo atemorizante o los estímulos asociados se presentan.
Para hacerlo, debemos comprender de qué modo funciona el “condicionamiento operante”. A través de este, el individuo aprende que determinada conducta tiene una consecuencia para él. Dependiendo de si esta consecuencia es buena o mala para el individuo, aumentará o disminuirá la probabilidad de repetir esa conducta ante la misma situación o una similar.
Por ejemplo, la respuesta ante la presencia de un perro en la cercanía es el ladrido o la agresión. Esta respuesta hace que la sensación de miedo disminuya, por ello la repetirá cada vez que un perro se acerque.
La respuestas de nuestro perro son fruto de un intento por alejar aquello que le asusta. Si bien este tipo de respuesta es meramente instintiva y fisiológica ante la activación de la respuesta de estrés en su organismo, se afianza como estrategia porque se refuerza con la disminución de la sensación de miedo y de mayor “control” de la situación.
El primer paso para cambiar esta respuesta es conseguir que la sensación de miedo disminuya. De este modo se sienta más seguro ante esa situación y no necesitará manifestar una conducta agresiva.
Desensibilización & Contracondicionamiento
Si bien los mecanismos de sensibilización y condicionamiento son diferentes, ambos suceden en paralelo y al mismo tiempo, por ello trabajaremos la desensibilización y el contracondicionamiento al mismo tiempo, ya que nos permitirán avanzar más rápida y eficazmente.
Para trabajar estos dos conceptos, es indispensable tener en cuenta la intensidad del estímulo. En el caso de la presencia de otros perros, esta intensidad vendrá definida en la mayoría de casos por la distancia al otro perro, la existencia o no de barreras entre ambos y la existencia de una ruta de huida clara.
Puesto que la distancia es el factor en el que con más facilidad podemos actuar, comenzaremos el trabajo a la distancia suficiente, respecto al otro perro, en la que el nuestro se muestra aún tranquilo y/o seguro de la situación. A esta distancia, y teniendo consciencia de la presencia del otro perro comenzamos a premiar con comida, bien directamente en la boca o haciendo siembras (la siembra tiene ventajas sobre el ofrecimiento directamente en la boca, ya que requiere concentración y es una señal de calma que los otros perros perciben).
Paulatinamente iremos acercándonos al otro perro, pero siempre respetando el límite que el nuestro nos marque como distancia de seguridad. El objetivo es ir consiguiendo disminuir la distancia con el otro perro mientras se mantiene tranquilo y seguro.
Nunca debemos castigar a nuestro perro por manifestar una conducta agresiva hacia otro perro ya que solo estamos reforzando su comportamiento y aumentando su sensación de miedo y falta de control.
Fuente: http://vet-trainer-canarias.blogspot.com.es/2013/08/la-relacion-entre-el-miedo-y-las.html