Respirar no es vivir, y tener una mascota no significa automáticamente que esté bien. Muchas personas creen que, si su perro come, duerme y mueve la cola de vez en cuando, todo está bajo control. Pero el bienestar animal no se mide en movimientos automáticos o signos superficiales. Se mide en alegría, en calma, en conexión. Se mide en ese brillo vital que los animales expresan cuando se sienten seguros, estimulados y comprendidos. Y todo empieza con una pregunta tan simple como poderosa: ¿es feliz mi mascota, o simplemente está viva?
Lo primero que hay que entender es que todos los seres vivos —sin excepción— tienen necesidades que van mucho más allá de la supervivencia. No basta con tener comida y un techo. Un ave enjaulada, un perro atado a una cadena o un gato sin estimulación pueden “estar vivos”, pero eso no es bienestar. Es apenas una existencia reducida al mínimo. El bienestar es otra cosa. Es calidad de vida. Es libertad de movimiento, de expresión, de juego, de contacto. Es salud física, pero también emocional.
Imagina vivir encerrado en una habitación con comida, agua y una cama. Nadie te golpea, nadie te maltrata. Pero tampoco hay ventanas, ni libros, ni música, ni nadie con quien hablar. Eso, en términos humanos, sería considerado aislamiento o incluso tortura leve. En animales, muchas veces se normaliza. Aún hoy se cree que mientras no haya “abuso visible”, todo está bien. Pero un animal que no corre, que no juega, que no explora o se conecta con su entorno está en un estado de bienestar reducido, muchas veces invisibilizado por la costumbre y la ignorancia.
Parte del problema es que se ha educado a la sociedad en un modelo funcionalista: se alimenta al perro, se limpia al gato, se revisa al ave si deja de cantar. Pero muy poco se enseña sobre lo que realmente necesita cada especie para florecer. Un hurón necesita explorar. Un conejo necesita cavar. Un loro necesita comunicarse y socializar. Cada especie tiene una raíz evolutiva que define lo que necesita para estar mental y físicamente bien. Negar esas necesidades no es cuidar. Es sobrevivir con estilo.
Y aquí entra el concepto clave: enriquecimiento. ¿Tu mascota tiene con qué entretenerse? ¿Tiene retos mentales? ¿Interactúa contigo más allá del paseo obligatorio? ¿Se siente libre dentro de lo posible, o vive limitada por horarios, encierros o silencios? El bienestar animal se construye con acciones diarias: con tiempo de calidad, con comprensión del comportamiento, con espacios adaptados a su especie y con una voluntad humana real de brindar más que lo mínimo.
Cuando un perro se aburre, mastica cosas. Cuando un gato está estresado, deja de comer. Cuando un ave se frustra, se arranca las plumas. Todos esos signos son gritos silenciosos que muchas veces se interpretan mal: “es travieso”, “está loco”, “es mañoso”. Pero detrás de esas conductas hay emociones, hay necesidad de estímulo, hay carencias que no siempre se ven, pero se sienten.
Los animales también tienen estados de ánimo. Tienen preferencias, miedos, alegrías y frustraciones. Tienen su propia manera de amar y de vincularse. Y su bienestar depende, en gran medida, de nuestra capacidad de empatía. No basta con quererlos. Hay que entenderlos. Hay que observarlos, aprender su lenguaje, sus hábitos, sus señales. Un perro que duerme plácido, que come con entusiasmo, que se entusiasma al verte y que responde con tranquilidad a su entorno, probablemente esté bien. Pero uno que se esconde, que bosteza excesivamente, que evita el contacto o está constantemente alerta, puede estar en un estado de malestar crónico, aunque “todo parezca normal”.
El bienestar animal es una responsabilidad compartida. Es una ética silenciosa que nos pide ir más allá de la costumbre. Nos exige una mirada más aguda, más profunda, más humana en el mejor sentido de la palabra. No basta con tener una mascota. Hay que garantizar que ese ser vive con dignidad, con alegría, con la oportunidad de ser quien es, no solo lo que esperamos de él.
Y todo eso comienza con una pregunta sencilla, pero crucial: ¿mi mascota es feliz… o solo está viva?

