Cada mascota es un ser único e irrepetible… y como todo ser vivo también pueden ser víctimas de la depresión, sufrir estados de ansiedad, fobias, o problemas de conducta en su entorno humano yo urbano.
Los cambios en sus hábitos, o anomalías en su entorno es parte del estrés al que están sometidos y que les provoca estos cambios de estado. Los desanima y entristece, por lo que además de velar por su salud física, hay que hacerlo también por su estado anímico, que aunque muchos no den a conocer, puede que sí padecerlo.
En el caso de los perros, éstos son animales sociales, que necesitan convivir con sus dueños y otros congéneres para ser feliz y estar equilibrado. Para el perro, su familia humana equivale a la jauría que funciona con una determinada jerarquía.
El comportamiento de los dueños es fundamental para evitar los problemas de conducta en el animal, desde una jerarquía correcta en el entorno familiar del perro, donde deberá ocupar el último escalafón. Además de orientarle hacia la tendencia de sentir apego por todo el grupo familiar y no solo por una persona.
Cuando el perro atraviesa una depresión por un hecho puntual, como un abandono, es importante ayudarle a explorar y descubrir otras facetas en su vida diaria que le aporten una visión positiva. La ansiedad, provocada por una fobia no superada, un trastorno relacionado con la capacidad de comunicación o por incapacidad a adaptarse a situaciones nuevas, e incluso puede darse el caso de que el perro esté bien educado, pero que ante determinadas circunstancias reaccione de manera inadecuada e inusual y los dueños no sepan cómo abordar el problema.
Para todas estas situaciones es recomendable solicitar la ayuda de un profesional veterinario, y en la Guía Mascotera de nuestra revista lo puede encontrar.
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